martes, 1 de junio de 2010

Ahora somos cinco

Siempre me gustó la playa. Para mí no hay vacaciones sin mar. Todavía estaba de licencia. Así que una semanita en una cabaña, en una playa tranquila no podía ser mejor.
Claro, eso era hasta hace un tiempo. Un par de cosas -que no había calculado- habían cambiado:
- Ahora somos cinco: Dos grandes, dos chicos, un bebé.
- Los cochecitos modelo 2010 son fantásticos, naves espaciales. Pero una vez que los guardás en el baúl del auto, ya no hay lugar para nada más.
- Vicente puede ir a la playa pero hasta las once o después de las cinco. Pero, los otros dos quieren ir a la playa en horarios normales.
- Que sea un lugar tranquilo y sin demasiada infraestructura es tan ventajoso para una etapa de la vida como desventajoso para otra. Justamente para esta. Hermosa la playa virgen sin carpas, ni balneario de cemento. Pero...¿dónde está el baño para cambiar a la criatura?
- Para los bebés -sobre todo cuando tienen poco más de tres meses- no hay nada más estresante que un cambio de rutina. Ergo: una semana entera durmiendo de a dos horitas, tres cuanto mucho.
- Pero eso sí...la biquini en la playa apenas tres meses después de haber parido: esa sí que era una razón más que suficiente para haberme quedado en casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario